martes, 6 de octubre de 2009

Acorralados por un tonto vicio.


Pasadas las 3 de la tarde, planeaban salir a vagar por las plazas que frecuentaban a menudo. Solo preocupados de unos par de tragos y unas cuantas cajetillas de cigarros, típico a pesar de su corta edad. Claro, pensó que nadie se daría cuenta si sacaba un par de cajetillas del negocio de su padre. Así comenzó una larga travesía que terminaría unas pocas horas después. Tras llamar a sus amigas y amigos para una “junta improvisada” salio en dirección contraria al metro, pues pensó que sería más rápido llegar en micro debido que estaba ya atrasada; nunca le gustó andar sola en ese medio de transporte, encontraba más seguro el metro, pero la necesidad de llegar pronto al destino la hizo dudar. Pagó su pasaje, tambaleo algo insegura, divisó un asiento al fondo de la micro y caminó decidida a sentarse. Solo eran unos cuantos paraderos, el vibrar de su celular la sacó de su agobio, su amiga le dijo: “la junta se cambio, creo que pasó algo malo…”. Decidió tomar una micro devuelta para ir al metro y dirigirse a la casa de su amiga que era el nuevo lugar de encuentro. No tenía como comunicarse así que se resignó a esperar la noticia cuando llegará a la “junta”. Cuando llegó la hicieron sentarse en el único sillón que había en el living, desesperada comenzó a preguntar y la respuesta no fue de su agrado: “Al Juan lo cacharon comprando copete con un carnet de otra persona y el tío del kiosco se lo cagó y llamó a los pacos- después de una larga pausa continuó- lo peor de todo no es eso… Juan dio los números de nuestros papás y ahora ya saben la noticia… Algo hay que inventar, el Juan nos cagó brígido”. Solo le quedaron ganas de echarse a llorar, mientras las otras la sacaban de su aturdimiento de cualquier modo, no podía solo llorar debía pensar alguna solución para escapar del problema. No hay que culpar a nadie, Juan fue, a nuestro modo de ver, egoísta, pero pongo las manos al fuego que lo hizo con la intención que todos aprendamos a controlarnos, ¡no tenemos más de 16 años ninguno de nosotros! Tenemos mucho que desfrutar aun no debemos apresurarnos, y si pasó algo así es porque debemos aprender… yo creo que a nuestros papás no hay que mentirles o por lo menos yo no lo haré; aunque algo asustada, afirmó con fuerzas. La tensión concluyó cuando una de la amigas estalló en risas… pero otra la hizo callar, hay que hacer lo que dice, no le mentiré a mis papás no más, dijo apoyando la postura de su amiga. Al oír que alguien golpeaba la puerta creyeron que era el amigo preso, pero al abrirla quedaron heladas. Tres de los padres llamaban a la puerta decididos a un castigo aterrador, cada uno llevó a sus respectivas hijas a casa y solo quedó una dentro de su propia casa sola, totalmente arrepentida y algo ahogada por el llanto.

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