Ni atardeceres ni noches completas fueron necesarios para poder imaginarnos lo que viviríamos.
Donde todo fuese verde, ese verde imponente, y café, como si nos enseñaran cada año de vida. Alrededor nuestro, siempre nuestro.
Era de nosotros. Nuestro sueño por cumplir.
Caminaríamos, como balanceándonos entre ramas, lo haremos; danzando con el viento, siendo uno con el bosque. Mi fuerza elemental, es como si allanaran mi corazón y pusieran todo fuera en tal orden idéntico al paisaje, porque lo árboles serían mío y yo sería de los árboles. Temblando tomaré tu mano y con una sonrisa típica tuya la apretarás. Caminaremos y los dos sentiremos como el viento nos conducirá a nuestra unión.
Esa sonrisa que nunca se apagó mientras estuve a tu lado, en ese momento brillará más que
Alzaremos nuestras manos hasta casi toparse con nuestra mirada, de frente y mirándonos sin pensar más que en nosotros. Te sonreiré, la sonrisa más simple y pura que jamás verías, la mejor guardada dentro de mí.
Cerraremos los ojos y sólo sentiremos el trozo de tela que se enlazará a nuestras manos juntas y enlaza nuestras almas, por siempre. Como una fría lluvia sentiremos la unión que cada gota que se derrama es el llanto del bosque por haber entregado a dos de sus hijos.
Con los ojos cerrados tocaré tu cara y palparé tus sentimientos. Y con una cálida sonrisa te besaré.
Somos uno.
Ante el alma más grande para mí, somos uno, gracias Naturaleza.
Es mi sueño… y quiero que seas parte de él.
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